Eclipse solar

En el momento en que escribo estas líneas, aun queda un pequeño rastro de un eclipse solar. Es el tercero que veo en mi vida: 2 parciales y uno total. 

La primera experiencia con un eclipse de sol la viví la mañana del 3 de noviembre de 1994.  Convaleciente aun por una neumonía cuando solo tenía 6 años de edad recuerdo haberme levantado de la cama a observar cómo sobre Santiago se alcanzaba ver un pequeño porcentaje de dicho eclipse que tuvo su franja de totalidad en el extremo norte de Chile, sobre Putre.  Recuerdo clarito escuchar en la televisión que el próximo sería el año 2010.  Así que esperé pacientemente. 

Hasta que llegó el 11 de julio de 2010, y mientras España se alzaba con su primera copa del mundo en fútbol, sobre Isla de Pascua el día se hizo noche por unos minutos. A Chile continental la umbra ingresó en el extremo sur, a la altura de Aysén.  El problema es que en Santiago estuvo nublado ese día, así es que técnicamente no pude observar nada. La espera tendría que continuar. 

Año 2019.  Martes 2 de julio. El escenario del eclipse solar total fue la región de Coquimbo, un lugar propicio para la observación de la astronomía debido a sus cielos especialmente despejados la mayor parte del año.  Esta vez no estaba dispuesto a esperar más y me encargué de hacer lo necesario para llegar hasta allí junto a mi esposa y algunos amigos.  Habían pasado 25 años desde mi primer eclipse, y a las 4:40 de la tarde por fin cumplí mi sueño de ver el sol completamente tapado por la luna. Fueron 2 minutos maravillosos.  No hay fotografía ni video que se compare con la vista en vivo y en directo. Ver un disco negro en el cielo es totalmente sobrecogedor.  No importó que el regreso a casa fuera un caos por la gran cantidad de turistas que llegó; el premio fue mayor que el sacrificio. 

Hoy, lunes 14 de diciembre de 2020, sobre territorio chileno se pudo ver nuevamente un eclipse solar total.  El plan era viajar al sur, a la región de la Araucanía, pero la pandemia de covid-19 y las restricciones asociadas a ello dijeron otra cosa.  Reconozco que al principio no me hizo ninguna gracia, pero al fin y al cabo igualmente desde Santiago se podría observar un 79% de totalidad.  Y, honestamente, igual quedé maravillado, poco después del mediodía ya se observaba una tonalidad más tenue en la luz solar, bajó la temperatura y corría una fresca brisa.  Otro dato: los pájaros desaparecieron por un rato.  Algo sumamente interesante es que en la sombra de los árboles se reflejaba el eclipse, eran pequeñas lunitas en cada hoja.  Aproveché de tomar algunas fotografías de este fenómeno que no se volverá a repetir en bastantes años en esta parte del planeta. 

Me siento privilegiado y agradecido de haber vivido este espectáculo maravilloso 2 veces casi seguidas en tan poco tiempo.  Mi sueño de niño se hizo realidad.

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