Cuarentena #1

A la fecha en que escribo estas líneas, llevo 3 semanas guardado en casa, sin ir a trabajar.  Se supone que, ya que no vivo en un sector en que se haya decretado cuarentena obligatoria, y la empresa donde desarrollo "todo" mi talento está en un lugar al que recién le levantaron la susodicha cuarentena, no tendría problema en acudir al templo del deber.  Pero me da temor el metro.  Trato de tomar mis precauciones, pero mientras mis prójimos no aprendan a toser hacia el codo y no hacia sus manos, la sensación (un tanto paranoica) de contagio seguirá ahí.

Da un poco de lata ver que uno con suerte estira sus extremidades para ir a comprar pan día por medio al almacén de enfrente, mientras que otros hacen su vida social de los más campantes en la plaza que está fuera de mi casa hasta altas horas de la noche (y eso que estamos con toque de queda). El otro día en la pequeña fila para el pan escuchaba a dos vecinos decir que todo era invento del gobierno para intimidarnos.  Ayer oí a otro mencionar que esto es solo un resfrío más.  Y uno más, un señor al que le calculé no menos de 75 años de edad, y que estaba detrás de mi en la fila del cajero automático hace 2 semanas, se molestó porque yo insistía en guardar más de un metro de distancia con la persona que me antecedía, mientras el tosía y tosía casi pegado a mi espalda.

A veces me da la impresión que todos estos van a sobrevivir invictos al temido covid-19, y van a bailar sobre las tumbas (si es que hay) de los que queremos cuidarnos ¿Será que le estamos poniendo mucho? Yo creo que no.


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